«Tenemos que buscar sistemas que hagan emerger la inteligencia colectiva en la Administración Pública»

El catedrático de Ciencia Política y de la Administración en la Universidad Pompeu Fabra, Carles Ramió, repasa en esta entrevista las oportunidades y amenazas que supone la implantación de la Inteligencia Artificial en el sector público.

Carles Ramió, catedrático de Ciencia Política y de la Administración de la UPF // Foto cedida

El impacto de la Inteligencia Artificial (IA) en el sector privado está siendo de gran calado, y cada día vemos cómo las compañías prestan más servicios basados en esta tecnología. Pero el sector público, por su parte, también tiene que adaptarse a los nuevos tiempos y comenzar a implementar la IA en sus procesos y gestión. Para conocer los pormenores en este asunto, hemos hablado con Carles Ramió, catedrático de Ciencia Política y de la Administración en la Universidad Pompeu Fabra (UPF), con motivo de la publicación de su libro Inteligencia Artificial y Administración Pública. Robots y humanos compartiendo el servicio público.

Partiendo de las tres fases de la implantación de la IA en la Administración Pública (avances paulatinos, consolidación y predominio), aseguras que en España en el primero de los pasos y bastante retrasados. ¿Cómo va a ser ese avance?

Estar en la primer fase significa que casi no hemos ni empezado. Y teniendo en cuenta los precedentes de la implantación del 2.0 y las tecnologías de administración pública (que ha sido un éxito y un fracaso a la vez)… El paso previo, que era la administración digital, ha sido un éxito de cara a los ciudadanos, pero a nivel interno seguimos trabajando como hace 50 años. Y esto es preocupante. Si hacemos lo mismo con la Inteligencia Artificial, no va a servir para nada.

En este camino que hay que recorrer, ¿qué papel juegan los perfiles relacionados con el ámbito de las humanidades?

Es una necesidad de la Inteligencia Artificial, y mucho más en el sector público. Estos dispositivos no pueden ser simplemente tecnocráticos y matemáticos, sino que tienen que tener aromas sociales y de carácter humanístico. Los sistemas de creación de algoritmos y de entrenamiento de los dispositivos de IA tienen que llevarse a cabo por parte de equipos mixtos, con gente con gran formación humanística (ética, valores públicos, sensibilidad social), junto con los que tienen una visión más técnica, de eficacia y eficiencia.

Dentro de los modelos organizativos de la Administración Pública, reflejas la tendencia que hay hacia la holocracia, entendida como un sistema en el que tanto la autoridad como la toma de decisiones se distribuyen de forma horizontal, en lugar de jerárquica. ¿El paso a la lógica holocrática es previo o posterior a la implementación de la IA?

Puede ser algo previo, en paralelo o posterior. Tenemos que buscar sistemas que hagan emerger la inteligencia colectiva. El nuevo paradigma que ahora está de moda, efectivamente, es el de la holocracia (con el empoderamiento del personal y de carácter más participativo). Pero hay que tener cuidado con estas técnicas, porque a nivel general no son aplicables. La Administración Pública tiene que ser jerárquica; quien manda son los políticos y los funcionarios tienen que obedecer. Pero, en cambio, en los funcionamientos más internos sí que sería necesario implementar estas técnicas. Es una combinación complicada.

Lo que ocurre es que hay quienes se emocionan y quieren que toda la Administración Pública funcione de forma casi asamblearia, y eso no puede ser. A nivel macro, el modo jerárquico es el que manda, pero a nivel más micro sí sería muy beneficioso.

Y en relación a las competencias sobre la Inteligencia Artificial, ¿qué papel tiene el sector público?

Yo ya me temo lo peor, que es que la Administración Pública, que está muy capturada por lógicas políticas (a veces clientelares y poco valientes), sindicales y corporativas, se resista y se convierta en un sector lleno de luditas que se resisten a la implantación tecnológica.

La Administración Pública podría decidir vivir en una burbuja. Incluso tendría un argumento conceptual (que sería una impostura). Es más, me imagino el eslogan: “Administración Pública, espacio libre de robots. Apostamos por el calor humano”. Esto es una impostura para resistirse.

El gran problema es que si la Administración Pública quiere vivir en una burbuja, que podría, sin implementar la IA y la robótica, el sector privado sí lo va a hacer muy rápido. Y un día u otro la burbuja va a explotar y se va a tener que abrir a la IA y la robótica. Llegado ese momento, como no lo va a dominar, se va a limitar a comprar los dispositivos del sector privado, pensados para el sector privado. Y eso podría representar la privatización conceptual definitiva de la Administración Pública.

Los algoritmos y los dispositivos tienen que ser distintos a los privados, respetando un conjunto de valores y ética pública. La Administración Pública tiene que aprender este proceso porque, una vez lo domine, estará en condiciones de hacer otra función imprescindible, que sería regular el sector privado, para que no cometa abusos.

Otro de las incógnitas más comentadas por todos es cómo afectará este proceso al empleo. En el caso del sector público, ¿cómo crees que será ese impacto?

Los liberales están muy tranquilos, porque demuestran, y tienen razón, que las tres revoluciones tecnológicas han destruido muchos puestos y han creado nuevos. Se olvidan de un pequeño detalle, que en algunos casos ha habido décadas y décadas de sufrimiento humano para que se produzca esa transformación.

Hay otros autores que discrepan de esta visión y creen que esta puede ser la primera vez que se destruya más empleo del que se crea. Si no, ¿por qué están debatiendo los economistas sobre la renta básica universal? Se están poniendo la tirita antes de tener la herida. Esto es sospechoso.

Yo pienso que se puede destruir más del que se cree. Pero la Administración Pública tiene una enorme oportunidad, porque como se va a jubilar un millón de funcionarios, no habría un coste social, lo que permite que sea más sostenible económicamente. En cambio, a nivel laboral, de forma transversal, puede ser un problema. Pero no hay unanimidad y no se sabe qué puede suceder. En España, ha sido algo aleatorio, pero es una cuestión de gran fortuna que hay que aprovechar. Se van a jubilar un montón de funcionarios y la Administración Pública lo que no puede hacer es reponerlos, sino que antes debe analizar si este empleo tiene o no tiene futuro. Unas plazas ya no las tendrá que convocar, y a la vez tiene que convocar otras más polivalentes y cualificadas. Son dos problemas que han coincidido en el tiempo y se complementan positivamente, y tenemos que aprovecharlo.

Entrevista a Carles Ramió. Catedrático de Ciencia Política y de la Administración de la UPF.

Publicado en: BYZNESS.ELPERIODICO.COM